sábado, 8 de febrero de 2014

El Miércoles Santo en Alcalá

Midiendo el termómetro social de nuestra ciudad durante los últimos 20 años, creo estar seguro de que la inmensa mayoría de complutenses que gustan de salir “de procesiones” en la Semana Santa alcalaína prefieren hacerlo el Jueves Santo y el Viernes Santo. Y parece fácil de entender: las hermandades de más solera y arraigo procesionan en estos días. Además, son días no laborables, visitamos los templos, asistimos a los oficios religiosos y paseamos por las calles del Centro. Estos dos días son los que la televisión autonómica se vuelca con la semana santa capitalina y, si se sienten generosos, darán difusión de las procesiones que tendrán lugar en “los pueblos de Madrid”, entre los que cuentan a Alcalá.

Sin embargo, desde mi punto de vista, la tarde del Miércoles Santo complutense es un día absolutamente espectacular, sobrecogedor, para no perderse y de obligada vivencia in situ. Esa tarde procesionan dos hermandades “jóvenes”, que vieron la luz gracias a Pepe Macías entre 1985 y 1995. Nacieron en aquella Alcalá postdesarrollista en la que se empezaba a recuperar la Semana Santa y en la que la ciudadanía y la clase política entendió que la cosa iba en serio y que era lo suficientemente seria como para otorgarle especial atención y mimos. Hoy son dos cofradías que se encuentran entre las más grandes de la ciudad en número de hermanos –entre 600 y 700- y de las que más cambios e innovaciones han realizado.

En un poco espacio de tiempo, pasan de sencillos paso-cristos a otros más complejos y hermosos; a preceder a sendas y bellísimas imágenes marianas y a estar acompañadas por lo que para mí es el mejor y más potente acompañamiento musical de toda la Semana Santa complutense.

Esa tarde y noche no se reúne tanta gente como los dos días que suceden pero en las calles de Alcalá surge una clase magistral de elegancia procesional, una puesta en escena de arte, diversidad musical que va entre bandas de virgen a agrupaciones musicales y bandas de cornetas y tambores que interpretan unas poderosas marchas que ponen los pelos de punta y nos hacen recordar que hay mucha más música cofrade más allá de “La Saeta”; a nivel personal, he de destacar los estremecedores momentos escuchando a las bandas de La Concordia de Bilbao o La Sentencia de Valladolid. Sin embargo, en los momentos iniciales de los recorridos, las dos hermandades pueden verse sin apenas público que las contemple, lo que ocurre de manera más acusada con la Cofradía del Cristo del Trabajo y Nuestra Señora de la Misericordia, cosa que no logro entender mientras contemplo tan bellísimo discurrir de ese cortejo. Mejor suerte, y bien merecida, como la mencionada cofradía, tiene la Hermandad del Cristo Atado a la Columna y María Santísima de las Lágrimas y del Consuelo, que ya desde su salida en la calle de la Imagen se ve arropada por varios miles de personas.

A pesar de que no es tan multitudinaria como las del jueves y viernes santos, la noche del Miércoles Santo, sin ir más lejos pongamos la del pasado 2013, vivió momentos de aglomeración espectaculares en un momento en que coincidieron en un espacio muy concreto ambas hermandades. En concreto, los alrededores de las calle Mayor con Ramón y Cajal y Cervantes presentaban un panorama propio de las grandes capitales semanasanteras. Pude contemplar a pocos centímetros sobre la cota del suelo, una marea humana que ponía los pelos de punta. Abrirse paso entre la bulla era casi imposible durante la casi totalidad de la rúa soportalada. Minutos después, la calle de los Escritorios hervía calor humano.

Desde mi punto de vista, esos momentos en la calle son absolutamente dignos como para que Telemadrid se hiciera eco retransmitiendo momentos clave de ambas procesiones. Dicha cadena tiene lugares formidables donde poner cámaras que sean testigo de la ebullición cofrade y ciudadana, seguramente que impensables para la inmensa mayoría de los varios millones de madrileños, que dudo imaginen que en uno de esos “pueblos periféricos del extrarradio” ocurra semejante expresión de religiosidad, cultura y arraigo vecinal.

Para este día y los demás de nuestra Semana Santa, hay perspectivas aéreas que mostrarían un panorama inédito de miles de personas abarrotando las calles del centro neurálgico complutense, del hot spot cofrade de la Pasión Alcalaína. Recomiendo a los amantes de la fotografía buscar balcones estratégicos para tal fin porque podrían tener una incidencia muy positiva en cuanto a la propia percepción de nuestra Semana Santa.

En definitiva, el objeto de esta reflexión es llamar la atención sobre el Miércoles Santo alcalaíno, en el que dos hermandades muy dinámicas han logrado una jornada espectacular y que gracias a las sinergias entre ambas están poniendo el listón de este día muy alto; llamar la atención de esos miles de alcalaínos que aún ignoran lo que tiene lugar en las calles de la ciudad henariega y que, si se animan a conocerlo, tendrán en su agenda una jornada de obligada participación.

Pedro Manuel García Carvajal

2 comentarios:

  1. Da gusto que te expliquen así de bien las cosas. Nos pasa a los que tenemos la familia fuera que nos solemos perder las fiestas locales porque aprovechamos festivos para viajar y pasarlos con ellos, pero con tu explicación del Miércoles Santo, laborable, ya vemos que al menos en parte podremos conocer la Semana Santa de aquí.

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  2. Desde luego se echa en falta tan buenas explicaciones para poder disfrutar de un buen turismo o al menos diferente. Gracias Pedro Manuel!

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